lunes, 2 de marzo de 2009

Las tarascadas que da el sentido común

Artículo de Luís Ventoso en La Voz de Galicia 02/03/2008

La holgada mayoría de Feijoo puede interpretarse como una revuelta cívica del sentido común de los gallegos. El electorado ha castigado tres anomalías:

1.-En los cuatro últimos años el nacionalismo tuvo un poder en Galicia que no se correspondía con sus votos e intentó usurpar para sus siglas un país que es de todos, y no el coto del partido minoritario. Miles de votantes de izquierdas, que son galleguistas, pero no nacionalistas, han evitado votar a Touriño para no entronizar de nuevo a Quintana. A mayores, guste o no, y aunque muchos lo vean políticamente incorrecto, en las grandes ciudades había un malestar real por la escolarización de muchos niños en un idioma que no es el que emplean en su vida diaria familiar.

2.-Los electores no han perdonado el desquiciante modelo de dos Gobiernos en uno. Conselleiros que no hablaban con su presidente. Un país con dos nombres, Galicia para un bando, Galiza para el otro; dos agencias de lo audiovisual; la TVG repartida a medias... Demasiada bicefalia para que el sentido común no exija un giro. Touriño paga caro en las urnas el haber tolerado ser solo el presidente de media Xunta.

3.-Fraga fue desalojado porque los gallegos querían una honda regeneración democrática. La sociedad reclamaba limpieza, contrataciones y concursos honestos, nuevos modos más llanos y cercanos. Pero al bipartito se le subió muy pronto el coche oficial a la cabeza. El incienso del poder le sentó especialmente mal al BNG, partido que venía de la utopía y que cuando no pisaba moqueta gustaba de envolverse en vitolas de honestidad. El Bloque se ha enredado en concursos vidriosos, oposiciones a la carta, redes clientelares, el despipote del Gaiás... El gusto por la ostentación, un poco al modo del nuevo rico, ha sido otra seña del efímero bipartito.

De todo lo anterior ha de tomar nota Feijoo. Los gallegos le impusieron ayer una lista de deberes inexcusables:

-Gobernar con austeridad y honradez radicales. Algo que hasta ahora no fue precisamente el fuerte de su partido en Galicia (véase las diputaciones).

-Facilitar, por encima de todo, que nuestros emprendedores y los empresarios que crean empleo tengan pista para trabajar en Galicia, y más ante una hondísima crisis.

-Hacer cumplir las leyes que nos damos, erradicando nuestro esterilizante vicio de legislar para luego incumplir lo estipulado.

-Lograr la paz lingüística, devolviendo la libertad. Pero ojo: Galicia también penalizará a quien deje que muera el gallego.

-Evitar el sectarismo con los que no piensan igual, escuchar a la oposición, que representa también a miles de personas.

Galicia amanece con vuelco. Será ameno asistir a algunos raudos y pasmosos realineamientos mediáticos.

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